27 de marzo de 2020

Oración y autoconocimiento


Oración y autoconocimiento

El joven es un explorador, despierta a la vida, tiene sus capacidades físicas al máximo, es creativo y audaz. El joven quiere conocerlo todo de primera mano, no le basta conocerlo de oídas. Sin embargo, el porcentaje de jóvenes que emprenden la aventura de conocerse a sí mismo es muy bajo, a pesar de la cultura egocéntrica en la que vivimos. El hecho de que el no se conozca le ha acarreado situaciones complicadas: la decepción de sí mismo y de los demás, la falta de potenciación de las capacidades que posee, la soberbia en la que vive, el enceguecerse de la realidad y la apatía e indiferencia para actuar. Sin embargo existe un medio muy eficaz para llegar al verdadero conocimiento de sí: las oraciones, no quieren decir huida o evasión, no, este hábito del espíritu nos permite mirar de frente a Dios y, en consecuencia, mirarnos a nosotros mismos tal como somos, vaya realidades difíciles de encarar.


La oración es el medio por el cual el hombre puede dejar que afloren todos sus sentimientos, pensamientos e intenciones. Frente a Dios, toda nuestra vida adquiere sentido y somos capaces de captar, en un momento de autoconciencia, las causas remotas de nuestras tristezas, de nuestras alegrías, de lo que hoy somos y vivimos. Sólo entonces podemos observar y analizar nuestras actitudes, nuestra formar de pensar. Esta interioridad, en el momento de la oración, es iluminada por la luz que viene de Dios, la cual ayuda a discernir la verdad y el error. Se puede decir que la forma de descubrir el verdadero yo es frente al tú que es Dios. Orar deja al descubierto prejuicios y antipatías que podemos tener, nos alcanza la sanación de heridas que ha dejado el pasado y nos motiva a emprender una vida nueva. Sólo la ayuda que viene  de lo alto es la que lleva adelante las empresas humanas más nobles, máxime cuando se trata de autoconocimiento.